ESTADISTICAS MOTIGO

sábado, 24 de noviembre de 2007

LOS QUE VIVIMOS EN EL TERRITORIO

Los que viven en MI TERRITORIO, yo incluida, son por lo general figuras progresistas. 

De vez en cuando, un desprevenido habitante del exterior que no es precisamente progresista, influenciado por la televisión cuando hacemos noticia- que la hacemos y mucho- llega por estos lados a vivir el que considera el sueño de muchos: vivir en una casita al pie de la montaña tomando agua no potable y respirando el olor de la flora autóctona. Afortunadamente, para ellos, normalmente se inician a través del alquiler romántico de una casita de barro, así tendrán tiempo de reciclar sus ideas a la luz de la realidad.


Con ellos han compartido estrategia: 

  • familias que participan de la filosofía de Rudolf Steiner y que desean que sus hijos se críen en contacto con la naturaleza- comiendo pan integral y sin acercarse por motivo alguno al mundo diabólico de la tecnología,
  • artistas verdaderos, pintores, actores, escritores - verdaderos y de pacotilla, como yo,
  • pseudo artistas audiovisuales, 
  • guías de escalamiento de montaña colombianos, 
  • cineastas mexicanos, 
  • gerentes de empresas internacionales que desean vivir la experiencia de vivir en un vagón de tren- hay uno en MI TERRITORIO, cuyo dueño es el chamán
  • han alquilado también casitas y casas - estas últimas con piscina y proyectos arquitectónicos sorprendentes- aventureros que declaran tener jugosos contratos para elaborar proyectos de energía atómica- siendo al cabo de un tiempo desalojados por la policía por no pago de alquiler, 
  • mujeres valerosas que encaran la vida como jefes de familia, 
  • parejas románticas que quieren aquí esconderse de historias anteriores, 
  • familias misteriosas con hijos que no concurren a la escuela, 
  • padres que circulan al interior de MI TERRITORIO sin tener oficio conocido y que al cabo de algunos meses, desaparecen dejando solo preguntas repetidas en el recuerdo de sus antiguos vecinos,
  • exiliados políticos retornados de todos los continentes, que aportan dosis de arrogancia, unos, insensatéz y desarraigo varios otros, pero que, en definitiva, son lo que le dan parte del toque de interesante locura que tiene el TERRITORIO,
  • profesores de la filosofía de Rudolf Steiner,
  • extranjeros en la búsqueda de una perfeccción ambiental, que no existe,
  • pseudo defensores del medio ambiente que confunden  plagas ecológicas, como los Eucaliptus Globulus traídos de Australia, con flora autóctona,
  • inocentes que piensan que el TERRITORIO es el modelo que el mundo debe seguir para evitar su destrucción,
  • y otros con rasgos psicopatológicos que van mas allá de lo que la medicina considera normal, pero que han configurado aquí una fauna humana digna de un estudio que sería un desafío para cualquier Sociólogo con afanes de exclusividad.

Adentro de MI TERRITORIO, es tan grande la diversidad, que cada habitante tiene su impronta personal, la cual vas descubriendo en la medida que van a pareciendo en tu vida por circunstancias azarosas. Para mí es un poco más difícil descubrirlo porque la única posibilidad que tengo es que lleguen a mi casa como seres extraviados en los senderos llenos de maleza, y sin asfalto, que permiten la circulación dentro de MI TERRITORIO.


Así estando las cosas, Alejo con su responsabilidad de chamán itinerante, visita mi casa hoy y me comunica que hay una cata de vinos en el Alma- Zen. Que se enteró porque anoche estuvo en un lugar a la entrada del TERRITORIO, en donde es frecuente que se produzcan aglutinaciones espontáneas de vecinos que se arman casi como en azar de I-CHING, en que una moneda mas otra, mas otra, lanzadas al aire, de repente terminan convertidas en un Hexagrama desde el cual se podrá examinar cualquier tema por improbable que sea. En las conversaciones de estos vecinos (entre los cuales podría en cualquier momento haber estado yo), Alejo se nutrió de los últimos sucesos y fue convidado para el evento del día, una cata por una módica suma a las 20:30H (a la cual resolví asistir ante la incredulidad de Alejo puesto que, para mí, el premio debe ser muy grande como para abandonar "mi lugar de poder" como dice Carlos Castañeda: mi casa), pero por sobretodo en estas conversaciones amplió sustancialmente su conocimiento del perfil de algunos que viven aquí y otros que ya pasaron. Por ejemplo,  trajo noticias frescas (para nosotros es claro), de un "cineasta" mexicano que por aquí vivió un año y medio allá por el año 2000. El mexicano en cuestión, que creo se llamaba Maximiliano, llegó por aquí con la declaración de que venía a hacer una película basada en la famosa fuga de los integrantes de un frente revolucionario, en un helicóptero, desde la cárcel pública de esta ciudad.

Mi conocimiento personal de Maximiliano, deviene de la sociabilidad extrema de mi querida madre con Alzheimer – como ven hay genes que no se heredan. Me refiero naturalmente a los de la sociabilidad. A mi querida mamá siempre le agradaron las personas, el movimiento, la conversación, en suma los seres humanos. Por esos años, era muy frecuente para mí encontrar monjas Hare Krishna, quienes tienen templo en el TERRITORIO, o desconocidos, examinando mi dormitorio ante la mirada complacida de mamá a quien le encantaba la profusión de ventanas de la casa; también era común verla en el portón convidando a vecinos renuentes que pasaban por mi Sendero para mostrarles la casa. Los vecinos no participaban de su admiración porque mi casa no es de barro y además tiene un sorprendente color damasco.

Un día, llegué en casa y mamá estaba cómodamente instalada en la sala acompañada de una dicharachera y desconocida mujer de mediana edad, vestida con ropa tipo safari, muy bronceada, con un acento indefinible.


Hola - me dijo -tu mamá me convidó a conocer tu casa, vine a ver a una amiga y cuando me iba tu mamá me raptó.

La desconocida, era dueña en mi vecindario de una propiedad de tres mil quinientos metros, vivía en Brasil y en su terreno tenía dos construcciones arrendadas, una casa chica y otra grande destinada a colegio; en su misterioso español, habló muy fluida y entusiásticamente de su vida en Brasil, de sus problemas para administrar sus inmuebles desde allá y de sus intereses laborales. Obvió el Alzheimer de mamá, se contactó de palabra y gesto con ella- por esto le perdoné que se sintiera tan a gusto en mi casa y por esto también consiguió que me involucrara mas tarde con sus intereses. Después se tomó un jugo y se fue por donde entró...por la cocina.

La desconocida se llamaba Susie y diez días después entró alegre y despreocupadamente en mi casa, se sentó en la sala y me sentenció firme y tranquilamente:



  • "Vengo a decirte que voy a dejar mis casas para arrendar bajo tus cuidados. 
  • Te pagaré un cinco por ciento de los valores administrados, 
  • Me juntarás el dinero y me lo entregarás cuando yo venga en seis meses más". 


No conseguía salir de mi estupefacción cuando ella ya anotaba domicilios legales y numeración de documentos para hacer mandatos notariales. Lo que me jugó en contra fue el recuerdo de su conexión con mamá, el hecho de saber que su madre también tenía Alzheimer y por último recordar que yo también tenía un departamento en otro país, el cual me había hecho perder un amigo que se ofreció a administrarlo, y corredores que de manera mágica consiguieron que los alquileres recibidos y los gastos necesarios a la mantención del departamento fueran exactamente iguales, de forma que nunca sobró algo de la renta para mí; aquel departamento mío había proporcionado vivienda gratuita a unas cuantas personas y había engrosado las cuentas de ahorro de varios corredores de propiedades de ese otro país.

En la casa chica de Susie, vivía el cineasta mexicano.

Susie volvió a Brasil, previa entrega de un mandato otorgándome las facultades necesarias para ganarme mi cinco por ciento, y así comenzó una historia de amistad, labrada al compás de los, cada vez más bizarros, arrendatarios que pasaron por la casa chica.


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