ESTADISTICAS MOTIGO

domingo, 19 de mayo de 2024

GRACIELA Y DOÑA FERNANDA

Hace unos días tomé un colectivo en Ollantaytambo para viajar a Cusco. Era de esos que a mi me gustan. De esos que van subiendo y bajando personas. En un momento determinado subió una señora serrana (que vive en las alturas de las montañas), y se sentó a mi lado. Al verla con su sombrero y sus polleras recordé las veces que ví al pasar por los caminos figuras solitarias bajando de las montañas por caminos improbables. Las veces que pensé: que deseos de bajarme y recorrer esos caminos hasta llegar al lugar de donde viene esa persona. Saber, como es su vida, que come, a que horas se levanta, como es su casa.


Bajo el escrutinio curioso de los otros ocupantes del colectivo y la amiga con quien viajaba, que no entendía que cada vez que yo tenía a mano un lugareño, era prácticamente secuestrado por mí para conversar. Como 2 días antes en el Mercado de Aguas Calientes en que yo insistía en hablar con quien me servía una sabrosa trucha con ensalada. Mi amiga me decía: ella no te entiende...ella no habla castellano...no sacas nada con hablarle. Graciela, joven, esforzada , sonriente y gentil me contó que administraba el restaurantito minúsculo, que tenía dos hijos y un marido (conviviente), flojo, bebedor y castigador. Que su vida era dura. Que los hombres no trabajaban y que ella sola tenía que sacar adelante a sus hijos. Como el tiempo disponible para meterme en su vida era escaso, no mas de  treinta minutos, no perdí tiempo y le indiqué peremptoria - aléjate de ese flojo - no te sirve a ti a a tus hijos. ( Hay veces que uno SÍ tiene que meterse en la vida de los otros, creo yo). Graciela me miró desde su juventud sin horizontes, abrió susu ojos y me confidenció tímidamente que justamente estaba pensando en abandonarlo. Pero por una décima de segundos noté en su mirada una lúz de alegría. Algo así como: "Ella...también piensa como yo". 

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